El mandatario usó un machete para corregir al canciller, quien se había equivocado con el año de la Batalla de la Vuelta de Obligado.
El presidente Alberto Fernández encabezó este viernes el lanzamiento de la Mesa de Trabajo Interministerial «Agenda Malvinas 40 años», que tiene por objetivo la elaboración de estrategias para la difusión y concientización en torno a la soberanía nacional sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sandwich del Sur y los espacios marítimos circundantes.
El acto se llevó a cabo en el Palacio San Martín, sede de la Cancillería argentina, en el marco de la conmemoración por el Día de la Soberanía Nacional, que se celebra todos los 20 de noviembre. Allí estuvieron el ministro de Relaciones Exteriores Santiago Cafiero y el secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur, Guillermo Carmona.
Cuando le tocó dar su discurso al canciller Cafiero, cometió un error al recordar el año en el que se produjo la Batalla de la Vuelta de Obligado, por la cual se conmemora el Día de la Soberanía Nacional. «Mañana, 20 de noviembre, se recuerda la Batalla de la Vuelta de Obligado en 1865», dijo.
Enseguida, Alberto Fernández notó el error y pidió papel y bolígrafo; escribió y ese papel escrito pasó de mano en mano hasta llegar a Cafiero, quien todavía frente al atril leyó el machete que le había pasado el jefe de Estado: «Me pasan un machete acá. ¿1845? 1845 fue la batalla de Obligado», se corrigió.
«Disculpen, acá el profesor Fernández me hace la acotación», agregó el canciller entre sonrisas propias y del auditorio.
A su turno, el Presidente tomó la palabra y aclaró: «Me reía con Santiago… No quería corregirlo ni pasar un machete, pero a veces cuando habla comete algún error de concepto y ya veo que mañana dicen que cambiamos la fecha de la Vuelta de Obligado».
La batalla
Vale recordar que el 20 de noviembre de 1845 se produjo la batalla de la Vuelta de Obligado sobre el río Paraná, en la zona de San Pedro, entre la Confederación Argentina comandada por Juan Manuel de Rosas y una escuadra anglofrancesa que pretendía controlar la navegación de los ríos argentinos.
El valeroso y desigual combate dio como resultado una victoria diplomática de la Confederación, debido al alto costo que demandó la operación para las fuerzas imperialistas, obligando a los invasores a aceptar la soberanía argentina sobre los ríos interiores del país.
Debido a aquella a aquella batalla y a la defensa de la soberanía nacional por parte de Rosas, José de San Martín le legó su sable corvo, el que lo había acompañado durante toda la gesta de emancipación.
«El sable que me ha acompañado en toda la guerra de la Independencia de la América del Sur le será entregado al General de la República Argentina, Don Juan Manuel de Rosas, como una prueba de la satisfacción que como argentino he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que tentaban de humillarla», decía el Libertador en su testamento.